Soy concejal de Maule y este es mi tercer periodo. Durante todo este tiempo he sido testigo de cómo la ciudad ha sido postergada y muchas veces olvidada ante cualquier problema, así como también la mayoría de las comunas chicas del país. No quiero culpar a nadie, porque la responsabilidad es tanto de la izquierda como de la derecha, y sería cínico si critico públicamente a algún sector, porque claramente yo también soy parte de la tan cuestionada clase política.
Pero eso sí hay algo que a algunos nos hace diferentes, personas que estamos metidos en este mundo, pero que no nacimos en cuna de oro, ni somos de una familia “privilegiada”. A mí no me da vergüenza reconocer que mis orígenes son humildes, muchas veces pedí pan para poder comer, trabajé desde muy chico gritando las sandías en una carretela, y uno de mis primeros empleos formales fue auxiliar de servicio y dentro de mis funciones estaban hacer aseo, encerar y servir café en una oficina. Además, tuve que estudiar de noche como muchos chilenos para poder alcanzar mis sueños. Se los cuento porque es una de las cosas que más me llena de orgullo en mi vida.
Pero déjenme decirles que de igual manera creo que soy un afortunado, porque hay personas de mucho más esfuerzo que aunque se desloman de sol a sol, los siete días de la semana y con arduas jornadas laborales, aun así la vida no les ha sido justa. Esas personas son las que hoy ven a sus hijos con un futuro incierto, quienes no confían en los políticos, y quienes han manifestado su descontento en las calles de Chile de manera pacífica y responsable.
Yo represento a la gente de Maule, personas que sienten que viven olvidados y que somos el patio trasero de Talca. En la comuna hay gente humilde que habita en sectores rurales, que no se sienten escuchados, y viven una realidad completamente distinta que en las grandes urbes: deben enfrentar una travesía para llegar al consultorio médico, a la escuela, o a su lugar de trabajo. En el invierno se embarran y en el verano se llenan de polvo. Estamos en el 2019 y tenemos sectores que no cuentan con servicios sanitarios. Una vergüenza.
La agenda social también debe ir destinada a las personas que viven en la tierra del olvido, en lugares donde nadie llega y donde, tal vez, algunos políticos no se desgastan porque no hay tantos votos. Me gustaría una propuesta concreta en la nueva agenda social que vaya en directo beneficio de las personas que viven en sectores rurales de pequeñas comunas, esos que también luchan día a día por salir adelante, pero que ven a sus autoridades solo en época de campaña, en un afiche o un calendario.
Pablo Opazo, concejal del Maule.