El modelo vanguardista, impulsado por la institución, está dirigido al desarrollo de habilidades transversales y a fortalecer a los estudiantes como ciudadanos conscientes y conectados con la realidad.
Desde hace tres años, en Talca, estudiantes de la carrera de Diseño de la Universidad de Talca trabajan en conjunto con Gendarmería para atender personas privadas de libertad y entregar apoyo a micro emprendimientos que generan al interior de los recintos penales. La ayuda, principalmente apunta a mejorar la presentación de los productos para su posterior venta. También, hace dos años, alumnos de Música han desarrollado iniciativas, por medio de talleres, para mejorar la expresión de sentimientos o emociones en las personas que cumplen condena. Este trabajo también se está realizando en Curicó y Cauquenes.
En Santiago, estudiantes de la Escuela de Derecho han trabajado desde el 2015 apoyando a las personas que son atendidas en la Hospedería Padre Álvaro Lavín del Hogar de Cristo, ubicada en el tradicional Barrio Yungay de la capital. Durante cinco años, se han desarrollado iniciativas que han permitido enriquecer a los alumnos y ser un aporte para decenas de personas que han sido ayudadas, a través de talleres de apresto laboral, educación sobre sus derechos y en la elaboración de curriculum, que ha permitido a muchos reinsertarse en la sociedad y encontrar un empleo.
Estas son solo algunas de las 328 iniciativas que al año se realizan en los distintos campus de la Universidad de Talca con 145 socios comunitarios, en el contexto del Programa de Formación Fundamental (PFF), basado en educación por competencias.
El modelo, a través de su línea de Responsabilidad Social, obtuvo el Premio Interamericano en Modelos Educativos Innovadores en Educación Superior (Premio MEIN), que otorga la Organización Universitaria Interamericana (OUI).
La institución maulina se impuso a más de 60 proyectos que habían sido presentados al certamen por instituciones de educación superior de Argentina, Brasil, Colombia, Uruguay, México, Ecuador, Venezuela, Panamá y El Salvador, que aspiraban a obtener el galardón que promueve la difusión, el intercambio y el conocimiento de prácticas educativas que por sus características y resultados son ejemplos relevantes de innovación educativa.
Al recibir la noticia, el rector Álvaro Rojas, sostuvo que el hecho de que una universidad joven, que acaba de cumplir 39 años, estatal y regional, obtenga una distinción de esta naturaleza, “es una nueva demostración del enorme potencial que tiene la educación pública y que la calidad no es un monopolio”.
Agregó que “es el reconocimiento a un trabajo que comenzamos a implementar en el año 2005, cuando nuestra Corporación se situó en la vanguardia al poner en marcha el desarrollo de un modelo educativo basado en la formación por competencias, revisado y actualizado de forma periódica, que se ha vuelto el sello diferenciador de la Universidad de Talca”.
En ese sentido, recordó que “tempranamente detectamos que había elementos no considerados en la formación disciplinar que eran relevantes para que nuestros egresados lograran un óptimo desarrollo profesional, como las denominadas ‘habilidades blandas’ y tuvieran mejores capacidades para comprender y compenetrarse con el contexto sociocultural, e hicieran de la responsabilidad social un compromiso”.
Cabe mencionar que al haber obtenido el Premio la UTalca recibirá un sello que distingue a las instituciones que destacan por sus prácticas educativas.
MODELO
Cada año un promedio de 1.400 estudiantes de todas las carreras que se encuentren en el cuarto año de su formación, deben completar el curso de Responsabilidad Social del PFF, dependiente de la Vicerrectoría de Pregrado.
Compuesto de 2 módulos, esta línea basa su estrategia de enseñanza en la metodología aprendizaje-servicio, a través de la cual estudiantes se involucran en actividades que atienden necesidades humanas y comunitarias en distintas instancias reales desde su disciplina, para potenciar su aprendizaje y desarrollo.
En este contexto, la vicerrectora de Pregrado, Paula Manríquez, sostuvo que haber obtenido el Premio MEIN “deja en evidencia que como Institución somos capaces de generar propuestas innovadoras y también de adecuarnos a los distintos momentos que estamos viviendo como sociedad, y eso es muy positivo para el cuerpo docente, para nuestros estudiantes y para la Institución completa”.
En esa línea subrayó que “hace muchos años entendimos que los profesionales no solo tienen que ser expertos técnicamente, sino que también ser ciudadanos conscientes y conectados con su realidad. Eso lo hemos tratado de ir implementando y entregando, de manera que se convierta en el sello de nuestra Institución: estudiantes comprometidos”.
Igualmente observó que en una versión anterior del concurso el PFF obtuvo una mención honrosa. “Es decir, es un trabajo que ya había llamado la atención y que, desde entonces, fue capaz de evolucionar y seguir creciendo para finalmente ser distinguido con el primer lugar”, observó.
Al respecto, la directora del PFF, Marlene Gutiérrez, destacó la capacidad del Programa para adecuarse a los cambios de la sociedad. “Hemos ido de a poco incorporando aprendizajes, adaptando criterios de responsabilidad social, de sustentabilidad, de innovación, a las demandas de la comunidad a fin de aportar herramientas, habilidades y conocimientos que contribuyan a mejorar y potenciar el cambio social”, comentó.
Gutiérrez hizo un reconocimiento especial a todo el equipo involucrado en el desarrollo del Programa. “Es un valioso equipo de profesores y gestores territoriales, encargados de hacer los vínculos con los socios comunitarios, que trabajan y apoyan la formación de nuestros estudiantes”, acotó.
BIDIRECCIONALIDAD
La directora del PFF explicó que otra característica de módulo de Responsabilidad Social es la bidireccionalidad, ya que si bien los jóvenes aportan con sus conocimientos, también adquieren una valiosa experiencia.
“Este aprendizaje-servicio se trabaja a partir de una necesidad requerida por un socio comunitario, y los estudiantes pueden intervenir sobre esa necesidad y aportar valor en la comunidad, pero también hay un crecimiento en el desarrollo profesional y personal de los estudiantes que hace que esto sea una iniciativa reconocida a nivel Interamericano”, afirmó.
La profesora Paula Albornoz, quien fue la encargada de hacer la presentación del Programa ante la OUI (https://youtu.be/mO3KAIr3shY ), graficó el impacto de este cambio.
“Muchos llegan escépticos, creen que no va a funcionar, pero hay una evolución y terminan con una mirada positiva, porque en el fondo se pone en sus manos una importante responsabilidad cívica con una comunidad que realmente presenta necesidades”, relató.
Agregó que gracias al trabajo que realizan “se empoderan también mucho de su profesión, de su disciplina y logran una conexión súper interesante con las comunidades, que termina siendo una experiencia personal muy positiva”.