Por Faridi Juri Sepúlveda, jefa zona centro Fundación Las Rosas.
El comercio se prepara, los hijos organizan y ajustan sus agendas, para saludar a quienes les dieron la vida -y aunque por la pandemia-, se hará más difícil concretar esos abrazos cargados de amor. Presencial, a distancia o por videollamada, la idea es hacer sentir feliz ese día a una persona muy importante para la gran mayoría de la gente. Muchos corren a comprar un presente o preparar un rico almuerzo -aunque sea solo un detalle-, es una manera de entregar amor, a quien casi siempre es el puntal de la familia y de cada hijo.
En los hogares de Fundación Las Rosas –aunque sus colaboradores y profesionales hacen grandes esfuerzos por contrarrestarlo-, la felicidad de ese día, se entremezcla tristemente con madres olvidadas y abandonadas por sus hijos y que por motivos diversos no nos corresponde juzgar.
Chile envejece a pasos agigantados. Nuestros 28 hogares a lo largo del país, entregan cuidados dignos a más de 2000 adultos mayores vulnerables, de los cuales casi el 95% de ellos tienen un alto nivel de dependencia, la gran mayoría semivalentes e incluso postrados.
En estos hogares nacen historias de mujeres, madres y abuelas. Historias tristes, duras y frías. Pero la vida no está completamente perdida, pues en Fundación Las Rosas, éstas “madres del olvido”, encontraron y adoptaron a sus nuevas familias. Cuidadoras, enfermeras, profesionales de la salud y en general todo el personal que compone cada hogar, son ahora las caras visibles de lo más cercano al lecho familiar.
Los aportes, las visitas de lindas personas desconocidas, de actividades voluntarias, son la luz de esperanza para aquellas madres que sin familia, aprecian y reciben con amor una palabra, una conversación o un gesto amable de las que sin serlo consanguíneamente, pasan a ser sus hijos en un nuevo día de la madre.
Fundación Las Rosas es una institución sin fines de lucro. Construye una vejez digna para quienes nada, ni a nadie tienen, brindándoles un hogar, atención médica y cuidados. Se busca acoger, alimentar, acompañar en la salud a personas mayores pobres y desvalidas, manteniéndolas integradas a la familia y a la sociedad de forma digna y activa.
Y es que -en fechas como éstas-, es bueno reflexionar sobre la manera que como sociedad estamos tratando a nuestros adultos mayores olvidados y qué podemos hacer concretamente por ayudarlos a pasar el resto de su vida con mayor felicidad y esperanzas, de tal manera en que podamos poco a poco ir hablando más sobre madres con amor y menos sobre las “madres del olvido”.