[Opinión] Mes de la Solidaridad

Por: Paola Barrientos López, directora técnico – administrativa del Hogar Madre del Buen Consejo de Talca.

Qué complejo es hablar de solidaridad cuando nos damos cuenta que a pesar de vivir en un mundo tecnológico y más conectado virtualmente, continuamos fríos, indolentes y alejados del dolor ajeno. Cuando a pesar de la pandemia -que nos ha demostrado lo frágil que es la vida y lo pequeños que somos-, aún se vislumbra la ausencia de solidaridad entre las personas.

La vejez en Chile sigue siendo tema olvidado, no solo en políticas públicas, sino que también en el diario vivir.  Nos olvidamos del dolor, sufrimiento y angustia, de aquel vecino, conocido, compañero o familia, quien con el paso de los años ya no es aquella persona independiente, funcional y autónoma, olvidando lo valioso que pueden llegar a ser las experiencias que nos pueden entregar las personas mayores, que lo han vivido en el transcurso de su vida y que lo atesoran hasta sus últimos días.

Si alguien me hubiese advertido del inmenso trabajo que se realiza en un Hogar de Fundación Las Rosas, jamás hubiera imaginado el cariño, empatía, alegría, inocencia, complicidad de los usuarios y solidaridad que se resguardan dentro de éstas paredes. Esto es pura y total solidaridad, porque se acoge principalmente “al prójimo”, a quien carece de redes de apoyo, quien ante los ojos de la sociedad se encuentra marginado y olvidado, el comúnmente llamado “caso social”. La empatía se vive día a día, cuando asumimos la responsabilidad de cuidar, satisfacer las necesidades básicas de aseo, alimentación, salud, acompañamiento físico y espiritual, a esa persona mayor hasta su último momento terrenal, entregándoles una palabra de aliento, buscando generar una sonrisa en el ellos, la escucha activa y receptiva hasta momentos de silencios.

En este mes de la solidaridad, invito a la comunidad a conocer de cerca el trabajo que realizamos en nuestros hogares de Fundación Las Rosas, para que conozcan de cerca este hermoso mundo, demostrando que estos lugares llenos de prejuicios externos, son verdaderas familias para quienes lo necesitan -y que por sobre todo-, el trabajo se basa en vocación de servicio, solidaridad, amor y entrega infinita.

 

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