No soy muy futbolera, pero vi los tres partidos que jugó Chile en el Mundial Femenino. Para ser sincera no conocía a las jugadoras, solo había escuchado de Christiane Endler, pero tampoco dimensionaba lo buena que era para el arco, ni menos que era una de las mejores del mundo. Se pasó. Siendo mujer estaba más enterada de los problemas de Arturo Vidal y de Claudio Bravo, que del equipo que por primera vez en la historia clasificaba al Mundial Femenino.
Las muchachas estuvieron a un gol de clasificar a la siguiente ronda, y ese penal perdido que chocó en el palo lo gritamos con el alma. Hablo en plural porque vi el partido en mi computador en mi oficina junto a mi equipo de trabajo. Si cuando juegan los hombres todo se paraliza, para mí con las mujeres debió ser lo mismo.
Pero claro que aún no es lo mismo. Recuerdo que cuando Chile jugaba los mundiales de fútbol masculino, en los noticieros después de cada partido destinaban casi una hora en contactos en directo, repetición de las jugadas y comentarios. Ahora, con suerte, una nota de 5 minutos, y el resto de la sección del deporte pura Copa América.
Les comento esto porque creo que pasa en todo ámbito de la vida, no son solo cosas del fútbol, como dicen por ahí. Pasa al momento de contratar a alguien para un trabajo, en la discriminación que sufrimos por parte de las Isapres y en tantos otros casos diarios por los que damos la lucha para lograr la equidad de género.
Volviendo al fútbol, felicito a las chicas que dieron todo en el Mundial e hicieron historia clasificando por primera vez a la cita planetaria. Creo que sería una buena medida como alcaldesa que al momento de entregar recursos a las instituciones deportivas, exijamos que un porcentaje sea destinado a la rama femenina de cada institución, y si no existe, entregar las herramientas para crearlas.
Andrea Camargo, presidenta Fundación Mujeres